Un poco de Historia de esta imagen
«Cristo del Espino»

Según se desprende de los relatos fidedignos de la época, la historia de esta imagen se remonta al año 1835, cuando Doña Nicolasa Muñoz, dueña del Fundo la Casualidad de Hualve, situado a unos km al poniente de Cauquenes. Un día mandó al inquilino Antonio Lara a cortar un añoso espino que crecía a unos cuantos metros de la casa, para fabricar de él un arado.

Al cumplir Antonio lo mandado, resultó que a cada hachazo que él propinaba al espino se escuchaban desde el tronco lastimeros quejidos. Buscó cuidadosamente para ver de dónde procedían y no encontrando a nadie, reanudó su tarea. Pero por tres veces seguidas se repitieron los quejidos. Sumamente turbado, fue a dar la noticia a su patrona quien, acompañada de su mayordomo, se dirigió al sitio en cuestión. Ante la presencia de ellos, Antonio continuó la operación y maravillados, no sólo escucharon los quejidos, sino que vieron brotar sangre del tronco del espino.

Admirada del portento Doña Nicolasa mandó aserrar el árbol en su base y con mucho cuidado procedieron a retirar astilla por astilla. Con gran admiración descubrieron que en su interior estaba esculpida la imagen del Santo Cristo. La fueron desprendiendo cuidadosamente y vieron que su rostro tenía los ojos cerrados. Sólo le faltaban los brazos. Le condujeron a casa y allí, esculpieron los brazos y las manos. Doña Nicolasa erigió un oratorio en su casa y allí levantó un altar para honrar esta imagen.

En 1835, un gran terremoto destruyó las casas del fundo, librándose milagrosamente de la destrucción la Capilla del Santo Cristo del Espino, lo que reafirmó el origen sobrenatural de la Santa imagen.

Doña Nicolasa Muñoz, falleció a los 110 años y luego, el fundo, pasó a Don Sebastián Villalobos, sacerdote que fuera fundador de la Casa de Ejercicios de San Ignacio. Este benemérito sacerdote fue quien entregó a los Padres Redentoristas la dicha casa de ejercicios que, finalmente se trasladó al actual convento de San Alfonso, en donde hasta el presente se rinde culto a esta imagen, muy bien conservada, pese al paso de los años y a la exposición diaria.